Antes lo había escuchado.
Lluvia que provenía de
arriba, lluvia que provenía de abajo.
Ahora lo veo.
La secuencia es simple.
Una gota, una burbuja, un círculo. Siempre y cuando existía un charco. El
charco es la clave, la lluvia, el ingrediente.
Tengo dos años haciéndolo
y desde entonces un cigarrillo malboro
blanco ha sido mi compañero en buenas y malas. Nunca lo había disfrutado
en el umbral de la puerta de una casa, sentada a lado de mi fiel compañera de
historias, que ahora da pequeños sorbos a su té verde.
Las dos tenemos el mismo
objetivo, observar la secuencia de la lluvia. El charco es la clave, la lluvia
el ingrediente.
Desearía escuchar el
sonido de la lluvia. Me pregunto si acercándome al charco, colocando mis oídos
justo donde el agua hace el estridente contacto, escucharla su delicado sonar,
pero ahora, me conformo con el agua convertida en ruido, que deja caer un
grueso bajante a mi lado derecho, en frente, a la izquierda. Y me conformo con
contemplar las ondas en el charco, cómo las dos niñas, que salen a la puerta,
enchamarradas y con una bolsa de papas fritas en la mano y el niño que las
arrebata diciendo: “pásame las papas”, como en una función de cine, como
contemplando una obra, como viendo caer la lluvia.
-Voy por té. ¿Segura que
no quieres?
Le contesto un “No
gracias”. Ahora lo único que deseo es seguir contemplando, seguir escribiendo.
Me pregunto si esta narración tendrá un fin digno.
El té verde ha sido
sustituido por unos roles glaseados, y yo cambie el cigarro por una pluma negra.
Mi piel se estremece con
el aire frío que choca contra mí cara. ¡Que delicia poder disfrutar esto!
Las calles solitarias, que
de vez en vez gozan de la presencia de alguna persona vagando con un paraguas
en mano para evitar el contacto con las gotas mientras y mientras que
encontraste una paloma solitaria y sin refugio no le queda más que esperar en
el techo de una casa amarilla, a que la lluvia cese.
Entre risas escucho a mis
amigos cantar “la gata bajo la lluvia”, mientras miro a mí alrededor, el piso
mojado, el cielo nublado, charcos y más charcos…
Brendita esta triste, no
sabe nada de su familia. El huracán “joba” nos tiene así.
Siento frío, flojera y una
enorme melancolía.
Ya había olvidado lo que
era escribir en una libreta de taquigrafía, lo que pienso, lo que veo, lo que
siento.
No sé si esto vaya en
secuencia, no sé si después de mí siga Brendita, pero algo es seguro el día es
hermoso para escribir.
Cony no deja de leer y reír,
el cuchillo de Beto parte y parte manzana, guayabas y una jícama que desde
antes que el cuchillo la tocará parecía que ya tenía una herida profunda, dejo
de escribir.
“Sigue, no pares”, le digo
a Pao mientras acaricia mí espalda,.
“¡Agua santorini!” Se
escucha desde la puerta, bajo la lluvia, el repartidor de agua recorre las
calles, su objetivo terminar lo más pronto posible y lo menos mojado. Esos son
los estragos de Jova ha acarreado desde la costa, hasta la Ciénega. Ya casi 24
horas de lluvia, lo agradable fue al principio: el olor a tierra mojada. Hoy se ha ido dejando éste fenómeno en
algunas costas de Jalisco, Nayarit y Colima y siguen con operativos para
asegurar el bienestar de los habitantes, mientras nosotros en Ocotlán sólo
esperamos que pare de llover.
La pluma con tinta negra
ha parado en mis manos, es mi momento de escribir, sin embargo, me siento
ausente… muy ausente; el culpable: un huracán, Jova para ser exactos. Espero
noticias de mí familia, pasa el tiempo y nada.
Vibra mi celular, contesto
con la esperanza de que se han ellos, del otro lado la operadora sólo dice su
clave de recuperación es 79439, el joven Melgoza dio mí número a alguna página
de internet…
Ocotlán te siento frío,
melancólico, sólo…
Brenda te siento fría,
melancólica, sola, ausente… Quizá algo nuevo tienes que aprender.
De algún modo la lluvia
reunió a los apergollados y están juntos para hacerse compañía.
Sigo sin entender el
objetivo de escribir todo esto, pero, alguno tendrá.
Sé que la historia es
buena o tal vez no.
La lluvia, la danza de las
burbujas en los charcos se prestan para escribir “lo que caiga”.